Gloria también puede interpretarse como la alabanza que se rinde a Dios. Esto en reconocimiento a su grandeza, bondad y poder. En varios pasajes de la Biblia se exhorta al pueblo de Dios a dar gloria a Su nombre.
Nuestra vida misma como cristianos debe estar consagrada de tal modo que siempre podamos darle a Dios toda la gloria.
Cuando el ser humano ha perdido la capacidad de darle la gloria a Dios, probablemente ha perdido de vista su ubicación ante el Ser Supremo, Soberano y dueño de la existencia
También se ha desenfocado del verdadero sentido de la oración pues esta puede convertirse en un simple ritual, cuando bien podría ser el resultado de un deseo profundo de nuestro corazón, de un deleite espiritual y un deseo sincero de agradar al Padre y permanecer en constante comunión con Él.
La Humanidad está viviendo tiempos en los cuales no se puede ser únicamente un espectador, porque Dios desea que seamos partícipes de Su gloria, pero para ello necesitamos estar conectados integralmente a Él.
Es este un tiempo crucial para la cristiandad, tiempo de doblar rodillas, de orar y de buscar de Dios de una manera ferviente, y así como en el aposento alto, orando todos juntos de manera unánime, experimentar la visitación gloriosa de Dios.
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