Gloria también puede interpretarse como la alabanza que se rinde a Dios. Esto en reconocimiento a su grandeza, bondad y poder. En varios pasajes de la Biblia se exhorta al pueblo de Dios a dar gloria a Su nombre.
Nuestra vida misma como cristianos debe estar consagrada de tal modo que siempre podamos darle a Dios toda la gloria.
Cuando el ser humano ha perdido la capacidad de darle la gloria a Dios, probablemente ha perdido de vista su ubicación ante el Ser Supremo, Soberano y dueño de la existencia
También se ha desenfocado del verdadero sentido de la oración pues esta puede convertirse en un simple ritual, cuando bien podría ser el resultado de un deseo profundo de nuestro corazón, de un deleite espiritual y un deseo sincero de agradar al Padre y permanecer en constante comunión con Él.
La Humanidad está viviendo tiempos en los cuales no se puede ser únicamente un espectador, porque Dios desea que seamos partícipes de Su gloria, pero para ello necesitamos estar conectados integralmente a Él.
Es este un tiempo crucial para la cristiandad, tiempo de doblar rodillas, de orar y de buscar de Dios de una manera ferviente, y así como en el aposento alto, orando todos juntos de manera unánime, experimentar la visitación gloriosa de Dios.
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Expresa nuestro conocimiento del poder soberano de Dios sobre todas las fuerzas del mundo.
Al orar debemos pedir a Dios que nos cubra y de su protección. Que también cubra nuestras familias y posesiones.
El Salmo 91 nos regala tres importantes razones por las cuales podemos apropiarnos de la protección de Dios
- «Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación: no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada» Salmo 91:9
- «Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre» Salmo 91:14
- «Me invocará y yo le responderé, con él estaré yo en la angustia, lo libraré y le glorificaré» Salmo 91:16
Como defensa ante las asechanzas y ataque del diablo, vistámonos con la armadura de Dios indicada en Efesios 6:14-17 y usémosla para entrar en oración: Efesios 6:18, «orando en todo tiempo con oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos», para que cubiertos con su protección podamos mantenernos firmes y seguros de la victoria que Jesús ha ganado por nosotros.
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La Biblia menciona que todos los pecados pueden ser perdonados menos uno: la blasfemia contra el Espíritu Santo. Mateo 12:31: «Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada».
No se sabe con exactitud cuál es esta blasfemia, sin embargo, deducimos que un pecado imperdonable es la incredulidad, de tal modo, podría aplicarse cuando el hombre rechaza el testimonio que el Espíritu Santo le da de Jesucristo como el Salvador de su alma. La incredulidad cierra la puerta del perdón.
Es importante recalcar que la oración que implora el perdón de Dios es legítima cuando tenemos la disposición de perdonar las ofensas a otros, como vemos en:
Mateo 6:14-15: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros el Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas».
La expresión «nuestras deudas», es por demás interesante, porque el libre de Lucas 11:14 emplea la palabra pecados, y es así como debemos entender el término deudas, usado en el evangelio de Mateo.
En el arameo, lenguaje natal de Jesús y sus discípulos, el término usado para deudas se empleaba indistintamente para pecado.
Con la decisión de orar cada día, demostremos el amor y la misericordia de Dios hacia las personas, incluso para aquellos que nos odien, o hagan mal, porque no podemos permitir que nada ni nadie quite la paz y el gozo que Dios nos ha dado.
Un versículo bíblico que nos da mucha luz a este respecto es: 1 Pedro 4:8, «Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor, porque el amor cubrirá multitud de pecados».
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Algunos se preguntarán: ¿Cómo puede Dios meternos en tentaciones?
Según el comentarista Stagg, dice que no está insinuando Jesús que Dios meta a alguien en tentaciones, sino que es una manera poética de dar fuerza a la afirmación positiva siguiente:
«Líbranos del mal». Una buena manera de ejemplificar lo anterior sería: «Señor, dadnos, no las tinieblas, sino la luz».
Más sencillo sería considerar el término «tentación» como «prueba», que es una de las aceptaciones básicas del término griego ‘peirazo’ según Mateo 4:1,
«El Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado o probado».
Por todo lo anterior, apropiadamente podemos orar de la siguiente manera:
«No nos metas en pruebas que no podamos vencer con tu ayuda», 1 Corintios 10:13, «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar».
Dios ciertamente permite que seamos probados para fortalecer nuestra fe, y recordarnos la necesidad que tenemos de tener nuestra confianza en Él, según lo dice Romanos 5:13, 8:18-28, Santiago 1:12-14.
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Na.sa’: alzar, tomar, llevar.
La palabra central de este versículo es «perdón», palabra clasificada como una doctrina distintiva del cristianismo y expresión de una experiencia espiritual. Lo anterior presupone tres cosas:
1. Que el hombre ha pecado, es decir que ha infringido la ley divina.
2. Que ha reconocido sus faltas, y que está mostrando arrepentimiento.
3. Que Dios en su amor y en su gracia, ha remitido la culpa y ha provisto el medio para que el hombre pueda recibir perdón.
El perdón viene a ser la fuerza poderosa que remueve el obstáculo espiritual y que hace posible que el hombre se reconcilie y restablezca su amistad con Dios.
La idea básica del perdón, cuando se usa en relación con el pecado, es la de cancelar una deuda. Sin el perdón, que solo Dios puede conceder, el hombre estaría irremisiblemente condenado a la perdición eterna. Por eso el mensaje del perdón es una maravillosa esperanza de vida.
Los cristianos debemos imitar a Dios, perdonándonos unos a otros, según dice Efesios 4:32: «Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, peronándonos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo».
Es por esto también que debemos confesar entre sí, unos a otros, nuestras faltas, según 5:16: «confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho».
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G1967 epiousios: tal vez de lo mismo que G1966: mañana, para subsistencia, necesario, de (cada) día.
Este versículo involucra la comprensión de que dependemos totalmente de Dios, pues Él es el proveedor de todas nuestras necesidades personales. Teniendo en cuenta que el sometimiento a Dios ocupa un lugar primordial, podemos añadir la petición por las necesidades materiales, como la comida, ropa, automóvil, vivienda, etc.
La expresión «de cada día», manifiesta una conformidad con la satisfacción y cuidado diario de Dios hacia sus hijos, evitando así la ansiedad por el día de mañana y sus afanes.
El preocuparse demasiado por las necesidades diarias no es bueno, y con esa actitud no agradamos en lo absoluto a Dios.
En lugar de estar preocupados por estas cosas, nuestro interés debe ser buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, sabiendo que todo lo demás nos será añadido.
Es de esa forma que cuando oremos al Señor y estemos en su voluntad podemos pedirle que provea para nuestras necesidades físicas y materiales.
Filipenses 4:19, «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en Cristo Jesús».
Malaquías 3:10, «Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa, y probadme ahora en esto dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros toda bendición hasta que sobreabunde».
Tesalonicenses 4:11, «Y procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera y no tengáis necesidad de nada».