La manifestación de la misericordia debe de ser con alegría según Romanos 12:8 (el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría); muchas personas hacen cosas buenas, pero su motivación no surge del amor, sino de otros intereses y estas acciones las realizan para ganar un escalón de mérito por algún fin personal que persiguen, y a pesar de su buena acción en sus corazones, no está la alegría de ayudar, sino la ambición de ganar, ya sea fama o reconocimiento solamente.
La misericordia debe de ser parte de nuestra vestimenta cristiana. Colosenses 3:12, Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia.
Un dicho conocido es: del árbol caído todos hacen leña. Cuando vemos el infortunio en alguien, somos muy dados a señalar, acusar y hasta condenar por tal situación, esto es muy común entre la gente que no conoce o no quiere cambiar su cultura por la del reino. Que terrible advertencia nos da la palabra de Dios cuando dice: Porque el juicio sin misericordia será hecho con aquel que no hiciere misericordia: y la misericordia se gloría contra el juicio, Santiago 2:13.
Aprendamos a hacer misericordia, porque está escrito que el hombre misericordioso se hace bien a sí mismo. Proverbios 11:17, El hombre misericordioso se hace bien a sí mismo, pero el cruel a sí mismo se hace daño.
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