La Biblia menciona que todos los pecados pueden ser perdonados menos uno: la blasfemia contra el Espíritu Santo. Mateo 12:31: «Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada».
No se sabe con exactitud cuál es esta blasfemia, sin embargo, deducimos que un pecado imperdonable es la incredulidad, de tal modo, podría aplicarse cuando el hombre rechaza el testimonio que el Espíritu Santo le da de Jesucristo como el Salvador de su alma. La incredulidad cierra la puerta del perdón.
Es importante recalcar que la oración que implora el perdón de Dios es legítima cuando tenemos la disposición de perdonar las ofensas a otros, como vemos en:
Mateo 6:14-15: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros el Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas».
La expresión «nuestras deudas», es por demás interesante, porque el libre de Lucas 11:14 emplea la palabra pecados, y es así como debemos entender el término deudas, usado en el evangelio de Mateo.
En el arameo, lenguaje natal de Jesús y sus discípulos, el término usado para deudas se empleaba indistintamente para pecado.
Con la decisión de orar cada día, demostremos el amor y la misericordia de Dios hacia las personas, incluso para aquellos que nos odien, o hagan mal, porque no podemos permitir que nada ni nadie quite la paz y el gozo que Dios nos ha dado.
Un versículo bíblico que nos da mucha luz a este respecto es: 1 Pedro 4:8, «Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor, porque el amor cubrirá multitud de pecados».
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